CARTA Nº 41

Querida Hannah. TWIST. TWIST. TWIST... Llevo repitiendo esta palabra más de no sé cuántas mil veces durante tres semanas. Y haga lo que haga y vaya donde vaya, la llevo siempre detrás como si fuese mi propia sombra. Me persigue (en el buen sentido de la palabra) por todas partes y solamente hay una manera para que me deje tranquila: Poniéndome manos a la obra. Es decir, haciendo la correspondiente adaptación musical. Aparece en una película de Oscar Rudolph que se titula: “Twist Around the Clock” y es del año 1961. La verdad es que no he encontrado mucha información sobre ella pero con lo que he escuchado, ya tengo el aliciente necesario para poder verla algún día. Es una verdadera gozada. Y es que la canción es preciosa de verdad. Bueno, no es exactamente una canción. Es una adaptación de algunas canciones en ritmo de Twist. Pero que puede funcionar a las mil maravillas en cualquier momento y en cualquier lugar. Igual que funcionó A PEDIR SU MANO hace 20 años y UNA ODISEA MUSICAL EN EL ESCENARIO hace 10. Y al igual que ha funcionado muchísimas otras. No tengo la menor duda de ello. Te lo aseguro.

Cuando sucede esto (y me suele suceder bastante a menudo) no tengo ninguna duda de lo que hay que hacer. Lo primero es ponerse. Crear el ambiente adecuado. No mirar nunca el tiempo que vas a emplear o que vas a necesitar para darle forma a la idea que tú tienes en un principio. Eso es fundamental. Cada adaptación es una nueva aventura y nunca se suele proceder de idéntica manera. Siempre es diferente, aunque algunas pautas no cambien nunca. Por supuesto, buscar tranquilidad. Y para mí, la noche es la mejor aliada. Tener muchísima paciencia. Imprescindible para ponerlo todo en su sitio y no dejar cabos sueltos. Dejarse llevar por la imaginación. Desarrollar la idea que tenías en mente y darle enseguida tu toque personal. Y si la inspiración no viene, ir a buscarla allá dónde esté. Hay muchísimas maneras. Algunas de ellas incluyen dejar todo lo que estás haciendo y ponerte hacer lo contrario. O simplemente, no hacer nada. La adaptación se irá moldeando poco a poco, incluso sin que te des cuenta, en tu propia cabeza. Aplicar todo lo que tú sabes y sobretodo, todo lo que tú sientes para que poco a poco vaya cobrando vida, esta vez, sobre el pentagrama. Es una experiencia increíble, ver como va surgiendo de la nada y se va construyendo frente a tus propios ojos. Y cuando todo parece que ya está terminado, eso es solo el comienzo. Luego hay que ir perfilando durante unos días muchísimos detalles. Y lo más maravilloso es descubrir que todavía eres capaz de sacarle mucho más partido a lo que tú habías creado en un principio. Hasta que llega un momento en el que estás seguro de que ha quedado conforme tú querías y además, mejor de lo que tú soñabas. El resto, ya lo conoces tú muy bien. Un abrazo, Hannah.