CARTA Nº 106

Querida Hannah. A mí lo que me parece muy mal es que alguien se dedique a dar lecciones a los demás, acerca de lo que uno tenga (o no tenga) qué hacer, decir y pensar, máxime cuando lo hace desde el anonimato y, muy especialmente, cuando se hace pasar por el pistón de una trompeta [Ya estaba al tanto de la obsesión que tienen algunos con numerar los pistones debajo de las notas musicales. Lo que no sabía es que hubiera alguien que se hiciera pasar por uno de ellos] Y eso sí que es impropio de alguien, tenga la edad y el puesto que tenga. No hay que estudiar mucho para saber que los que escriben por esos lúgubres pantanos de aguas fangosas, son los mismos de siempre. Y con el mismo tufillo eduvígico que les caracteriza. Si tuvieran agallas en dar sus nombres y apellidos, más de uno quedaría en evidencia (no solo por la edad) sino por los puestos que desempeñan en la susodicha parroquia. Ya se vería entonces quiénes son los que juegan verdaderamente en los foros, con tonterías y con otras chiquilladas... Por cierto, hablando de chiquilladas, aquí tienes algunas de ellas:
 
* Puccini tenía la costumbre de enviar un panetone por Navidad a algunos amigos. Uno de ellos era Toscanini, pero poco antes de las fiestas ambos habían discutido y el compositor decidió no enviarle el panetone. Pero por error el director lo recibió. Puccini, al saberlo, remitió un telegrama a Toscanini: “Panetone enviado por error. Stop”. Toscanini envió al poco tiempo otro a Puccini: “Panetone comido por error. Stop”.
 
* Cipriani Potter fue un pianista y compositor inglés que vivió entre 1792 y 1871 cuya música fue bien considerada por Beethoven y despertó admiración en Wagner, aunque Rossini no la tenía en demasiada estima. Prueba de esto último es este comentario de Rossini: “Ayer, Potter me envió un queso Stilton y una cantata. El queso era excelente”.
 
Si es que son como niños… ¿verdad? Anécdotas así, hay muchísimas en el mundo de la música. Aunque también hay salidas de tono que dejan mucho que desear:
 
* Es sabido que Toscanini era un director temperamental y en los ensayos se mostraba, en no pocas ocasiones, tan nervioso como desagradable, llegando incluso a romper batutas y a mostrar abiertamente su mal genio. Valga como muestra lo que les dijo a sus músicos tras un ensayo en el que las cosas no fueron demasiado bien: “Después de mi muerte volveré a la tierra para ser portero de un burdel y no les dejaré entrar a ninguno”.
 
* En cierta ocasión, Brahms acudió a una fiesta. Al despedirse se levantó de su silla y dijo a la concurrencia: “¡Pido mil perdones si hay alguien a quien no he insultado esta noche!”.
 
También hay otras que no tienen ningún desperdicio:
 
* En una entrevista publicada en la revista Destino el 10 de febrero de 1968, la actriz Sara Montiel dice lo siguiente: “¿Que qué me gusta además del cine y del teatro? Tomar el sol, pasearme; en verano, nadar. No soy muy de hobbys. Ah, pero me gusta la música sobre todo. En mi próxima película voy a poner canciones de Beethoven, de amor, de cuando tenía quince años. Son de locura, preciosas. Como han prescrito, las voy a poner a mi estilo. Mozart tiene también de preciosas, de cuando era jovencito…”
 
Y es que, según parece, cualquiera puede hablar y escribir sobre música. Incluso, desde la más absoluta ignorancia musical. Por eso, no estaría mal que algunos de los sabelotodos del lodazal anterior comentaran también estas y otras anécdotas, tan verídicas y tan reales como la que protagonizó hace unas semanas Justin Brothel (perdón, quería decir Justin Bieber) y que te adjunto a continuación:
 
* Las más de 19.000 personas que acudían al concierto de inauguración de la nueva gira mundial Believe se quedaron atónitas. En un momento, en pleno escenario de Glendale, Arizona (EE.UU.), Justin no pudo aguantar más y, de espaldas, comenzó a vomitar [Pincha aquí: JUSTIN BIEBER VOMITA EN EL ESCENARIO] La bochornosa escena sucedió cuando el joven canadiense interpretaba el tema Out of Town Girl. La multitud se quedó perpleja mientras Justin esparcía los restos de su cena. ¿Fueron los nervios del debut o el cantante ingirió alimentos o bebidas en mal estado? [Yo creo que no. Ni siquiera fue la leche que tomó antes del concierto, como se dice en el vídeo anterior. Lo que pasó en realidad es que esa misma noche, Justin debió leer algo de lo que había puesto el simón de turno y le entró también ganas de vomitar, de la misma manera que suele hacer éste frecuentemente en su programa nocturno favorito. Al fin y al cabo, vomitar también es natural] Al rato de abandonar el escenario, Justin regresó para disculparse: “Es difícil para mí, sabéis, no encontrarme bien y vomitar delante de tanta gente. Yo quería ofreceros mi mejor concierto así que, ¿os importa si lo dejamos aquí?”, preguntó con la cara pálida y el gesto nervioso. Y añadió: “¿Me seguiréis queriendo aunque haya vomitado encima del escenario?”. Finalmente, el cantante acabó dedicándole la noche a una persona muy especial: “Buenas noches Avalanna. Esta noche ha sido para ti. Te quiero”. [Pincha aquí: LOS IMPREVISTOS MÁS BOCHORNOSOS]
 
Ya sé que todas estas cuestiones no están muy relacionadas con los asuntos de la gaceta. Aunque hay otros temas que tampoco lo están en absoluto, como las peñas festeras, las charangas, el libro de José Luis, la cabra que baja todos los años al pueblo… Y sin embargo, se habla de ello igualmente. También de EL TÍO DE LA PITA, que no veo yo la relación que pueda tener con el agua bendita. A no ser que para el año que viene, también los veamos acompañando a algún trono de oro del que evacuó el moro (o algo así), aunque dudo de que eso pueda realmente suceder. De lo contrario, ya se habría anunciado en la página dedicada a las próximas novedades eduvígicas, con o sin bombazo. No estaría mal que hablaran (a falta de ellas) de lo que le ocurrió precisamente el otro día a Pistón:
 
* Después de varias horas de ensayo, el Director, frustrado, dice: “Bien, comencemos por el quinto compás”. Pistón reflexiona un minuto, mira a sus desconcertados compañeros y levanta la mano, diciendo: “Disculpe, pero nuestras partituras no tienen los compases numerados”.
 
Con ese panorama, ya puedes imaginarte la música que pretenden hacer algunos. Y la que pretenden que hagan otros. Seguramente, ya tendrán tiempo de hablar cuando Puccini vaya a enviarle un nuevo panetone a Toscanini… Eso sí, con humildad. Siempre con humildad. Y por supuesto, con la hipocresía habitual. De aquí hasta entonces, además de quitar los números de las partituras (entre otras cosas sin importancia) [Pincha aquí: LA CAMISA NEGRA] seguiré informándote de cómo va evolucionando el grano que le acaba de salir en el pandero (metafóricamente hablando) a cierto listillo, mientras trataba de tocar con su instrumento este sencillo ejercicio. Un abrazo, Hannah.
 

CARTA Nº 105

Querida Hannah. Además de la docena de huevos y el kilo de harina, te he preparado también una ristra de ajos para que se los envíes a la delegación correspondiente. Y a partir de este momento, diviértete tú misma cronometrando quién es el primero que se los come y el tiempo que tarda cada uno en tirarse los trastos a la cabeza. Que de esa “música” entienden bastante.
 
“¿Qué es la Semana Santa? Es la conmemoración de la muerte de un señor que se llamaba Jesucristo… celebración que en algunas regiones como el sur de España se convierte en un espectáculo lamentable para majaderos, suscrito al mal gusto y la horterada y que raya en el esperpento. En fin, durante estas fiestas, el andaluz de a pie luce sus mejores galas: el traje submarino (sic), esa especie de lencería fina para la cabeza que llaman mantilla y, cómo no, la peineta. Por no hablar de los miles de penitentes reprimidos que pagan para salir vestidos del Ku Klux Klan… En definitiva, se trata de un simiesco acontecimiento del que no se libran ni en Triana. Para más INRI (y nunca mejor dicho) todos los años pasan las mismas procesiones a la misma hora por los mismos sitios, lo cual convierte la Semana Santa en un rollo insoportable…”
 
No. Esto no lo dice los niños que escuchan el Tío de la Pita [seguramente, ni lo piensan] Tampoco lo dice Arturo Pérez Reverte [Pincha aquí: EL OMBLIGO DE SEVILLA] Esto lo dice Sapo en esta entretenida e impactante película de Mateo Gil (cuya banda sonora está compuesta por otro gran director de cine, Alejandro Amenábar) basada en la novela homónima de Juan Bonilla [Pincha aquí: NADIE CONOCE A NADIE] Sapo es un personaje ficticio, interpretado magistralmente por un gran actor (Jordi Mollà). Su compañero de piso es Simón - el protagonista de la película - y está magníficamente interpretado por otro gran actor (Eduardo Noriega). Y aunque todas esas palabras podría haberlas dicho también ese otro personaje ficticio que lleva el mismo nombre que el anterior (que no las diga, no quiere decir nada; ya me encargo yo de hacerlo por él, aunque yo no las comparta, por supuesto) es una lástima que los “actores” que hay detrás de dicho personaje (según el reparto estelar que tienen asignados para cada momento) sean tan pésimos y de tan mal gusto. Pero eso ya lo sabe todo el mundo, como tú misma te has percatado en las últimas y blancas semanas. Hasta los niños que escuchan el Tío de la Pita están al tanto y saben perfectamente que la película dirigida por la compañía Disney Brothel es una estafa monumental. De tal manera que el film ha pasado a llamarse con este otro título: AQUÍ NOS CONOCEMOS TODOS, dirigida con muy poca gracia, muy poca soltura y con muy poca profesionalidad por los moralistas de turno [Por cierto, los niños están encantados con el variado repertorio de El Tío de la Pita. Habría que preguntarles también acerca del repertorio procesional, que ese sí que es verdad que varía de año en año]
 
El caso que es que me estoy acordando de una pequeña historia de una señora puritana que llamó a la policía para protestar de que había unos chicos desnudos bañándose delante de su casa. La policía alejó a los chicos, pero la señora volvió a llamar diciendo que se estaban bañando (desnudos, siempre desnudos) un poco más arriba y que seguía el escándalo. Vuelta a alejarlos la policía y vuelta a protestar la señora. “Pero señora - dijo el inspector - , si los hemos mandado a más de un kilómetro y medio de distancia…” Y la puritana contestó, “virtuosamente” indignada: “¡Sí, pero con los prismáticos todavía sigo viéndoles!”.
 
Así que no es muy difícil imaginar que, si dependiera de algunos, el Tío de la Pita tendría que eliminar del repertorio algunas piezas “demoníacas” como el caballo camina pa’lante, el tírate de la moto o el barrilito de cerveza (las cuales, no son precisamente el mejor ejemplo para la juventud) y cambiarlas por otras más espirituales… Cuando veas la maravilla que tienes al final de estas líneas, seguro que caerás en la cuenta de lo que quiero decirte. Ya verás con qué instrumentos sustituiríamos para el año que viene el fagot, el oboe y el clarinete que aparecen en este vídeo. Un abrazo, Hannah.
 
P.D. (1) Felicita a tu hermana Charo, que hoy es su santo. Ya sé que hoy no es un día muy apropiado para escribirte algunas de estas cosas. Pero otros hacen lo mismo en el día de Santa Cecilia y tampoco pasa nada.
 
P.D. (2) ¡Ah! Y cuando escuches la voz de los supertacañones (que siempre suelen salir para apagar el incendio que ellos mismos han creado) [ego sum, dixit] pásame la llamada a la habitación del hotel. Y cuando vuelva del Teatro Real, te enviaré el nuevo cencerro que le he comprado a la cabra que baja al pueblo todos los años desde su retiro espiritual en el monte, para que se lo lleves tú misma.
 
P.D. (3) Y no te olvides de decirle también al listillo de turno lo que pasa con el agua bendita [Pincha aquí: EL RÍO QUE NOS LLEVA]
 
P.D. (4) Y saluda también a ese otro listillo de cuyo color no puedo (sic) acordarme y que seguramente debe de tener un cargo muchísimo más importante que el mío. Dile tú misma que no he tenido el placer de visitarle últimamente. Que ya he visto que lo hacen otros por mí. Sin embargo, le prometo que cuando tenga un ratito, me daré una vuelta por el Foro. Pero por el Foro Romano. Que aunque hayan prohibido comer y beber por sus calles, siempre será mejor que andar por otros que no merecen la pena. Mientras tanto, que vaya entreteniéndose con la ristra de ajos. Que como dice el refrán: el que se pica, ajos mastica (o algo así).