CARTA Nº 92

Querida Hannah. Acabo de prepararte unas cosas para que se las entregues al Calaminas (o algo así) que el pobrecito todavía no ha articulado palabra desde que le contesté hace unas semanas [Carta nº 84 * CH - 84 * Pincha en la columna de la derecha] Al igual que in your own way, eduvigis, brothel, aldoraine, el alcauldillo, en medio, el cid, paratod@s y muchos otros que habitan en la misma cueva y que tampoco han dado (ni seguramente darán) la cara [Pincha aquí: CABALLERO AMOR Y SUS CONTINUOS ESCRITOS EN CONTRA DEL FORO] Precisamente, a uno de ellos se le ha invitado recientemente a salir de allí. Pero después de interpretar la fascinante y conmovedora aria: “Yo no echo babas ya que no soy de los que toca el pito en ninguna charanga”, del Acto II de la ópera: “Los domadores del otro circo de enfrente”, ha preferido quedarse haciéndole compañía a la virgen famosa de aquel lugar para cantar: “Que llueva, que llueva; la Virgen de la Cueva…” A este personaje ya se le empieza a conocer por Alí Babas y sus 40 gorrones [por aquello de las francachelas] Tendría que repetir esas mismas palabras por aquí mismo [Pincha aquí: LA SEMANA SANTA RECORTE MUNICIPAL] Con su cohorte de palmeros, seguro que tendría muchísimo éxito.

Y como se aburre tanto en su peculiar caverna, he pensado que podría entretenerse con el cuestionario [Pincha aquí: BOLETÍN Nº 10] y con los chistes [Pincha aquí: BOLETÍN Nº 17 // Nº 28 // Nº 35] Seguro que tampoco se entera de nada de lo que digo ahora en este momento. También podría leer con mucha “carma” las aventuras de LUCÍA Y EL SAXO, a partir del Boletín nº 21 [Lo mismo descubre que la endemoniada es ella] Por cierto, es muy curioso que el número de boletines [40] coincida con el anterior cuento de Las mil y una noches. Aunque más curioso sería que hubiera coincidido con el número favorito de marciano [88] Otro que no sale de su cueva. También me gustaría que le llevaras “La Caverna” de José Saramago. Y que repase el Libro VII de “La República” de Platón. Así podrá entender la cita con la que se abre el libro: “Qué extraña escena describes y qué extraños prisioneros. Son iguales a nosotros”. Y si no le va la lectura ni la filosofía, pues que aprenda un poco de los “habitantes” de Altamira. La de cosas que se puede hacer en una cueva, además de pasarse todo el día rezando [De la de Marimingo ya nos lo explicará otro día lilu, que debe de entender bastante sobre el tema]

También podría escuchar: “La Gruta de Fingal”, de Mendelssohn [Pincha aquí: LA GRUTA DE FINGAL] y “En la Cueva del Rey de las Montañas”, de Grieg. Porque en este mundo, las apariencias engañan. Como dijo Camilo José Cela: “La libertad es una sensación. A veces puede alcanzarse encerrado en una jaula, como un pájaro”. Y Madame Stäel: “Libertad es sentir el aire fresco de las montañas aun estando entre cuatro paredes”. Un abrazo, Hannah.


CARTA Nº 91

Querida Hannah. Por supuesto que puedes solfear con cualquier cosa. Puedes hacerlo con un lápiz o con un bolígrafo. Y también con una escoba, una espada o con cualquier objeto que tengas a mano. Mientras puedas manejarla sin mucha dificultad, puedes solfear como te apetezca. Eso sí, procura que no haya nadie a tu alrededor, por si acaso tuviéramos que lamentar algún pequeño accidente. Pero normalmente se solfea con la mano. Así podemos dividir el TIEMPO situándolo en el ESPACIO, delante de nuestros ojos.

Sin embargo, cuando estás cantando o interpretando con un instrumento musical, el solfeo ya no se realiza con la mano. En el caso de que se desfile por las calles, el solfeo se realiza con los pies [Es lo que comúnmente llamamos: marcar el paso] Y en los demás casos, ya se hace con la mente. Esto último se puede hacer sin ningún problema. Lo que pasa es que, para hacerlo correctamente, hay que hacer un trabajo previo.

Es difícil hacerse una idea mental de algo si no se ha visto o no se ha experimentado lo suficiente. Por ejemplo, desde que eras pequeñita, sabes lo que es un círculo, un cuadrado, un rectángulo o un triángulo porque lo has visto y lo has dibujado infinidad de veces. Y por eso, es más fácil representártelo mentalmente. Si a eso le añadimos el conocimiento de los conceptos de radio, diámetro, lado, ángulo, etc… [Es decir, los conceptos teóricos] la representación mental será todavía mucho más fácil y mucho más intensa. Incluso, podrás imaginarte (o lo que es lo mismo, dibujar mentalmente) un círculo dentro de un cuadrado o varios triángulos dentro de un rectángulo, por ponerte solo algunos ejemplos. Recuerda también cuando tenías que ayudarte con los dedos para hacer una simple suma. En la actualidad, no solamente puedes hacerlo mentalmente sino que, además, puedes hacerlo con operaciones matemáticas mucho más complejas. Y también recuerda que, cuando aprendiste a leer, tuviste que conocer todas las letras del abecedario (una por una), además de dibujarlas y escribirlas muchísimas veces. Hasta que hoy en día puedes leerlas agrupadas en palabras y frases, sin ningún problema y sin despegar absolutamente los labios. Es decir, mentalmente.

Con el Solfeo ocurre algo similar. Es necesario un proceso práctico y teórico que puede ser un tanto engorroso, pero no muy diferente al que teníamos que hacer mientras dibujábamos figuras geométricas, realizábamos operaciones aritméticas y nos familiarizábamos con el lenguaje. Quizá la diferencia estriba en que, cuando eras pequeñita, no tenías conciencia de esa “dificultad”. Y ahora que eres un poco más mayor, quizá sí. Pero con el tiempo y un aprendizaje correcto, lo difícil se convierte en fácil. O como decía una antigua alumna mía: “No hay nada fácil ni difícil; todo es DIFÁCIL” [Pincha aquí: BOLETÍN Nº 15] Un abrazo, Hannah.