Querida Hannah. Por supuesto que puedes solfear con cualquier cosa. Puedes hacerlo con un lápiz o con un bolígrafo. Y también con una escoba, una espada o con cualquier objeto que tengas a mano. Mientras puedas manejarla sin mucha dificultad, puedes solfear como te apetezca. Eso sí, procura que no haya nadie a tu alrededor, por si acaso tuviéramos que lamentar algún pequeño accidente. Pero normalmente se solfea con la mano. Así podemos dividir el TIEMPO situándolo en el ESPACIO, delante de nuestros ojos.
Sin embargo, cuando estás cantando o interpretando con un instrumento musical, el solfeo ya no se realiza con la mano. En el caso de que se desfile por las calles, el solfeo se realiza con los pies [Es lo que comúnmente llamamos: marcar el paso] Y en los demás casos, ya se hace con la mente. Esto último se puede hacer sin ningún problema. Lo que pasa es que, para hacerlo correctamente, hay que hacer un trabajo previo.
Es difícil hacerse una idea mental de algo si no se ha visto o no se ha experimentado lo suficiente. Por ejemplo, desde que eras pequeñita, sabes lo que es un círculo, un cuadrado, un rectángulo o un triángulo porque lo has visto y lo has dibujado infinidad de veces. Y por eso, es más fácil representártelo mentalmente. Si a eso le añadimos el conocimiento de los conceptos de radio, diámetro, lado, ángulo, etc… [Es decir, los conceptos teóricos] la representación mental será todavía mucho más fácil y mucho más intensa. Incluso, podrás imaginarte (o lo que es lo mismo, dibujar mentalmente) un círculo dentro de un cuadrado o varios triángulos dentro de un rectángulo, por ponerte solo algunos ejemplos. Recuerda también cuando tenías que ayudarte con los dedos para hacer una simple suma. En la actualidad, no solamente puedes hacerlo mentalmente sino que, además, puedes hacerlo con operaciones matemáticas mucho más complejas. Y también recuerda que, cuando aprendiste a leer, tuviste que conocer todas las letras del abecedario (una por una), además de dibujarlas y escribirlas muchísimas veces. Hasta que hoy en día puedes leerlas agrupadas en palabras y frases, sin ningún problema y sin despegar absolutamente los labios. Es decir, mentalmente.
Con el Solfeo ocurre algo similar. Es necesario un proceso práctico y teórico que puede ser un tanto engorroso, pero no muy diferente al que teníamos que hacer mientras dibujábamos figuras geométricas, realizábamos operaciones aritméticas y nos familiarizábamos con el lenguaje. Quizá la diferencia estriba en que, cuando eras pequeñita, no tenías conciencia de esa “dificultad”. Y ahora que eres un poco más mayor, quizá sí. Pero con el tiempo y un aprendizaje correcto, lo difícil se convierte en fácil. O como decía una antigua alumna mía: “No hay nada fácil ni difícil; todo es DIFÁCIL” [Pincha aquí: BOLETÍN Nº 15] Un abrazo, Hannah.