“El islamismo nació en un período en que las guerras y las emboscadas diezmaban terriblemente a nuestros hombres. Cada familia tenía una pesada superabundancia de mujeres, y Mahoma, con su mente soberbiamente práctica, comprendió que sólo había tres maneras de solucionar favorablemente aquel pavoroso problema: convertir a las mujeres sobrantes en prostitutas de las que deambulan por los mercados, sepultarlas en un celibato ritual, o distribuirlas como esposas adicionales. Mahoma, que siempre fue el más moral de los hombres, se estremecía ante la idea de la prostitución, le repugnaba también la del celibato religioso y, por tanto, dio a las mujeres sobrantes el estado legal de esposas adicionales...”
Querida Hannah. Hasta hace relativamente poco tiempo, la mayoría de los matrimonios occidentales no eran más que vínculos o contratos matrimoniales donde el amor no era un componente esencial en esa relación. Y no diferían demasiado (salvo el número de esposas) al descrito en las primeras líneas que te he puesto al principio. Fíjate que las excepciones más ilustres: Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, Paris y Helena, Don Quijote y Dulcinea, Otelo y Desdémona, Calisto y Melibea, Hamlet y Ofelia, Cyrano y Roxana, Don Juan y Doña Inés, Andrey Volkonsky y Natasha Rostova... son todas ellas producto de la imaginación puesto que son personajes literarios. Incluso, las dos marchas nupciales más famosas que existen (las que cantamos o simplemente tararemos normalmente en una boda) pertenecen en realidad al mundo del teatro. Una, a la ópera LOHENGRIN, de Richard Wagner. [Pincha aquí: LOHENGRIN] Y la otra, a la Música Incidental para la obra teatral EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO, de Felix Mendelssohn. [Pincha aquí: EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO]
Querida Hannah. Hasta hace relativamente poco tiempo, la mayoría de los matrimonios occidentales no eran más que vínculos o contratos matrimoniales donde el amor no era un componente esencial en esa relación. Y no diferían demasiado (salvo el número de esposas) al descrito en las primeras líneas que te he puesto al principio. Fíjate que las excepciones más ilustres: Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, Paris y Helena, Don Quijote y Dulcinea, Otelo y Desdémona, Calisto y Melibea, Hamlet y Ofelia, Cyrano y Roxana, Don Juan y Doña Inés, Andrey Volkonsky y Natasha Rostova... son todas ellas producto de la imaginación puesto que son personajes literarios. Incluso, las dos marchas nupciales más famosas que existen (las que cantamos o simplemente tararemos normalmente en una boda) pertenecen en realidad al mundo del teatro. Una, a la ópera LOHENGRIN, de Richard Wagner. [Pincha aquí: LOHENGRIN] Y la otra, a la Música Incidental para la obra teatral EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO, de Felix Mendelssohn. [Pincha aquí: EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO]
Afortunadamente, hoy en día no ocurre lo mismo. La mayoría de los compromisos matrimoniales nacen de mutuo acuerdo, no entre las familias, sino entre 2 personas (hombre - mujer / hombre - hombre / mujer - mujer) y en esa relación, el amor SÍ es un componente importante y esencial. Aunque resulta también preocupante el alto índice de separaciones, divorcios y malos tratos. Ay, el amor, siempre el amor. Como diría D. Fabricio (otra vez D. Fabricio) en el GATOPARDO: “Un año de ardor, llamas y pasión; y luego treinta de cenizas”. O como diría Woody Allen: “En mi casa mando yo, pero mi mujer toma las decisiones”.
Pues algunas de estas reflexiones aparecen también en una estupenda novela en la que se describen las costumbres ancestrales de los pueblos nómadas de Afganistán: “Miller, un miembro de la embajada norteamericana en Kabul, capital de Afganistán, emprende la difícil misión de encontrar a Ellen Jasper, recién casada con un ingeniero afgano, al que ha abandonado para seguir a los nómadas de una caravana y que ha desparecido sin dejar rastro. La búsqueda lleva a Miller a una serie de peligrosas aventuras y le obliga a recorrer las más remotas y salvajes zonas de este antiquísimo país, uno de los focos bélicos más graves del último cuarto del S. XX (e incluso, de lo que llevamos del S. XXI)”.
Y esa novela se titula: CARAVANAS. Las palabras con las que he empezado a escribirte hoy pertenecen precisamente a la misma. El autor es James A. Michener y es del año 1963. James Fargo la convirtió en una película en 1978, con Anthony Quinn entre sus protagonistas. Mike Batt se encargó de la Banda Sonora. El tema principal de esta película es muy conocido gracias a la versión en Marcha Mora que habitualmente se toca en los desfiles de Moros y Cristianos. Incluso, la violinista clásica Vanessa Mae interpreta una versión de este tema en su disco: The Violin Player. Al final de estas líneas puedes escucharla. Pero estas y otras muchas cosas, ya las puse en los dos apartados que dediqué concretamente a esta novela en mi blog. Pincha aquí: CARAVANAS I y CARAVANAS II. Como ves, hoy he preferido hablarte de caravanas antes que de “caraduras”, con permiso de “Lynette” y un señor de Murcia (o murciano). Y es que siempre hay tiempo para hablar de todo. Un abrazo, Hannah.