Querida Hannah. Qué dolorosa es la muerte y con qué crueldad nos arrebata a nuestros seres queridos, dejándonos totalmente impotentes ante su temible poder. Y más todavía, cuando son los padres (incluso, los mismos abuelos) los que tienen que ver morir a sus hijos o a alguno de sus nietos. Hace unas semanas murió mi maestro, mi primer maestro, como ya te comenté en la carta nº 63 [pincha en la columna de la derecha] Y hace tan solo unos días, ha muerto uno de los músicos. Eugenio, Juan Pedro, Juan Antonio, Bienvenido, Manuel, Cecilio... Ahora le ha tocado a Antonio. Con apenas 50 años, una enfermedad se lo ha llevado, dejando a sus padres y a sus familiares con un inmenso dolor. Una vida por delante, truncada para siempre.
Sin embargo, pese al pozo de tinieblas en el que, tarde o temprano, todos terminamos sumergiéndonos, casi siempre atisbamos un rayo de luz y de esperanza en el otro extremo de ese mismo pozo. Porque, por mucho que le demos vueltas y más vueltas, es difícil de creer que todo esto pueda acabar de esta manera. Yo estoy seguro de que hay algo más, aunque no podamos comprenderlo porque, simplemente, no estamos preparados (todavía) para llegar a entenderlo. Fíjate, no somos capaces ni tan siquiera de ver con nuestros propios ojos a través de una simple pared. Nuestros ojos no están preparados para ver a través de muchísimas cosas. Nuestra vista tiene poquísimo alcance y ni siquiera puede ver cosas que sí son posibles de ver a través de un microscopio. Y esos instrumentos van evolucionando para poder ver mejor lo que todavía no podemos ver aún. Y lo mismo ocurre con nuestros oídos [hay sonidos que el oído humano no puede escuchar] y también con el resto de los sentidos. ¿Cómo podemos entonces VER y además, SABER lo que hay después o más allá de la vida que nosotros conocemos o que creemos conocer? ¿Acaso somos conscientes ahora mismo de que hayamos vivido otra vida anterior, si de verdad hubiera sido realmente así? ¿Y cómo podemos asegurar tan certeramente que no hay nada al otro lado de ese punto sin retorno? Lo que haya, es algo que, de alguna manera, no se puede abarcar con nuestros sentidos. Y mucho menos con nuestro intelecto. Quizá sea inútil intentar buscar respuestas a algo que escapa totalmente fuera de nosotros mismos. Y lo mejor sea no perder nunca la esperanza.
Al final de estas líneas, vas a presenciar un momento realmente duro y desgarrador. La muerte del pequeño Bryan, en la película BARRY LYNDON de Stanley Kubrick. Es una secuencia muy triste y desoladora. Aunque, siendo una película, también es muy bella y conmovedora. Sé que te va a partir el corazón y el alma. Pero para ser fuerte, muchas veces y en muchas ocasiones, también tenemos que pasar por momentos realmente difíciles y dolorosos. Un abrazo, Hannah.
BARRY LYNDON. Pincha aquí: MUERTE DE BRYAN.