Querida Hannah. Hace unos días falleció D. Francisco Sánchez Mateos, mi maestro de música y el maestro de muchísimos músicos de mi generación. Como ya te comenté hace un tiempo [carta nº 20; pincha en la columna de la derecha] a mí me gustaba la música desde que era muy pequeñito. Pero fue él quien me inició realmente en este maravilloso mundo y el que me inculcó, no solamente las primeras nociones, sino también la pasión, el trabajo, la disciplina, el respeto y el amor por ella. Fue él mismo quien me animó para los estudios en el Conservatorio. Y las clases en la Escuela, los ensayos con Los Pekes y las clases que me impartía en su propia casa, me ayudaron muchísimo para poder proseguir mis estudios musicales tanto en Cehegin como, posteriormente, en Murcia. Las clases enfrente de La plaza de Abastos junto al “lavaor”; luego en el actual Hogar del Pensionista y, posteriormente, en La Casa de la Cultura (de la Juventud, creo que se denominaba entonces), tanto arriba como abajo, corresponden a una época [1979 - 1985] que fue crucial para mí, porque se forjaría la idea de que LA MÚSICA era realmente la pasión de MI VIDA.
La segunda época o etapa [1985 - 1991] coincidió ya con el período de los estudios en el insti, las orquestas y el conservatorio. Y por ello, se despertó considerablemente la necesidad de escuchar todo tipo de música. Los ensayos en Los Pekes (y la labor de mi maestro, por supuesto) fueron también fundamentales. El hecho de que él pusiera en los atriles obras musicales como Poeta y Aldeano, Katiuska, El Carro del Sol, El Barberillo de Lavapiés y tantas otras, fue despertando poco a poco mi curiosidad en múltiples aspectos y no solamente en lo estrictamente musical. No me conformaba solo con tocarlas y ya está. También quería conocerlas. Cómo eran en realidad y cómo sonaban originalmente. Porque no es lo mismo tocar, por ejemplo, Alma de Dios, en una Selección para Banda de Música, que escuchar la zarzuela completa. Y si podía conocer su argumento, pues mejor. Y si había alguna película sobre ella (que en este caso, sí que la hay) pues todavía muchísimo mejor. Y no ya solo la vida del compositor y de su obra, también el contexto histórico de la época. Y una cosa va llevando a otra y así sucesivamente... Y todo eso se fue despertando durante todos aquellos años.
Yo sé que una de las obras musicales que más le gustaba era “Scheherazade” de Rimsky - Korsakov. Pero quiero rendirle mi particular homenaje con algo que simboliza bastante bien lo que te acabo de decir. Y que demuestra claramente que las fronteras entre la música culta y la música popular no son tan rígidas como parece y como muchos todavía creen erróneamente. Los que hayan tocado esto alguna vez, lo comprenderán enseguida. Un abrazo, Hannah.