Querida Hannah. Un buen músico debe de tocar (o al menos, debe de estar preparado para tocar) todo tipo de música. Desde La Cucaracha hasta los Conciertos de Brandenburgo de Johann Sebastian Bach y desde La Macarena hasta Scheherezade de Rimsky - Korsakov [carta nº 63; pincha en la columna de la derecha] Lo curioso (pero no sorprendente) es que algunos que presumen de decir todo esto, seguramente ni han tocado (ni siquiera escuchado) una sola obra de estos compositores. Bueno, quizá hayan escuchado algún fragmento musical de este último, cuando veían Los Pitufos por la tele, aunque no supieran o no fueran conscientes de que uno de los leitmotiv (motivo musical) de Gargamel pertenece a esta magnífica y maravillosa obra [Pincha aquí: SCHEHEREZADE]
Pero es que algunos que presumen de conocer a Tchaikovsky (otro compositor ruso) también creen que con sentir la música ya es suficiente: “La música se siente, no tiene nada más” [Pincha aquí: SANTA CECILIA - NOVIEMBRE 2011] Mira que nos gusta sacar de contexto las frases. Por esa regla de tres, las escuelas de música y los conservatorios estarían de más y no serían necesarios. Y ahora que tenemos una enseñanza de cierta calidad (aunque mejorable en múltiples aspectos) criticamos sus errores para insinuar o para justificar una cierta vuelta al pasado, del que se supone que no debíamos de haber salido nunca (según algunos, claro). Si Juan Soler Porras, José Sanchis Bosch y Francisco Sánchez Mateos levantaran la cabeza, no darían crédito a sus ojos. Ya me estoy imaginando a Paco poniendo LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA de Stravinsky (otro ruso, para no variar) en los atriles. Y mientras unos ensayan, otros están con el cigarrillo en una mano y el cubata en la otra. Y los demás, haciendo chistes sobre un tal StraWisky y La Consagración de la Prima Vera. Y ahora que se nos ha ido para siempre, nos acordamos de aquellas palabras, las cuales les entraba a unos por un oído y les salía por el otro [Pincha aquí: ESCUELA SE ESCRIBE SIN H - BLOQUE 6]
Al final de estas líneas tienes un ejemplo para que puedas practicar las nuevas doctrinas musicales de nuestro tiempo. Lo primero que tienes que hacer es coger una silla y sentarte. Luego escucha la música que te propongo [carta nº 50; pincha en la columna de la derecha] sintiéndola, eso sí, con todo tu corazón. Y justo después de haberla escuchado (y sentido), en vez de ponerte a estudiar y a trabajarla correctamente, ponte a tocarla delante de todos, pidiéndoles también que la sientan exactamente como tú la sentiste anteriormente. No sin haber repartido antes algunos algodones por si hubiera que taparse los oídos. En tal caso, no me extrañaría que después tuvieras que sentirlo pero pidiendo disculpas. Un abrazo, Hannah.