CARTA Nº 27

Querida Hannah. Menuda la que montó Lars von Trier, el director de cine, hace tan sólo unos meses en el Festival de Cannes, cuando dijo que simpatizaba un poco con un tal Hitler. Aunque no menos importante es la que protagonizó también Francisco Giménez Gracia, Director General de Promoción de la Cultura y del Libro, de la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de Murcia, tachando a los jóvenes del 15 - M como nazis. Pincha aquí: LOS NENICOS. Estas dos personas han ejercido perfectamente su derecho a la Libertad de Expresión. Lo que pasa es que muchas veces (y para otras muchas personas), la Libertad de Expresión consiste solamente en decir lo que otros quieren oír. Porque cuando se hace lo contrario, entonces siempre hay alguien que se molesta y que puede tomar represalias, de muy diversas maneras, contra esa misma persona. Al director de cine le han declarado “persona non grata” por sus polémicas declaraciones y al director general del libro, digamos que le habrá faltado poco para que le llamen como mínimo hijo “predilecto”, por no decir otra palabra que también empieza por la misma letra. Precisamente a mí, también me pasa algo parecido a lo que le ocurre a Lars von Trier. No es que yo simpatice exactamente con Hitler. Lo que me ocurre a mí, más bien, querida Hannah, es que Hitler me cae algo simpático. Pero antes de que se confirmen ciertos rumores, déjame al menos que te los desmienta, ¿de acuerdo?

“Ni dios ni dictador, prefiero ser director de orquesta”, decía Richard Wagner haciendo frente a sus críticos. Si hubiera puesto cítricos, estoy seguro que también me hubieras entendido exactamente igual, ¿verdad? Lo cierto es que yo no soy ni Wagner ni director de orquesta. Y lo de dios y lo de dictador se lo dejamos a otros como al in your own way (o al eduvigis, que viene a ser lo mismo). En todo caso, he sido director de una banda o de una agrupación de músicos. Aunque ahora se empeñe marciano en decir en el foro municipal que no era una banda sino una bandeja, es decir, una agrupación de musiquejos. También es cierto que si uno pone un límite de velocidad, entonces a ese alguien le suelen llamar, como mínimo, fascista. Si otro pone restricciones a la hora de fumar, ídem de lo mismo. Si un profesor no cambia el día del examen (que no es precisamente mi caso pero que podría serlo perfectamente) pues también, como en los demás ejemplos. Y si cualquiera piensa, dice o hace algo que algunos otros no les conviene, pues ya se sabe lo que le suelen decir: que es un dictador y un fascista, entre otros calificativos que vienen a ser bastante similares.

En el primer caso, al director de cine hay que juzgarlo más bien por su obra artística, más que por sus declaraciones, que él mismo ya ha intentado aclarar y matizar, aunque luego haya quienes nunca se sentirán satisfechos del todo. En el segundo caso, al director del libro, en un principio, supongo que será exactamente igual. Habrá que juzgarlo por su gestión profesional, más que por sus desafortunadas declaraciones. Él también ha pedido disculpas en su blog. Pero claro, el primero es simplemente una persona que hace películas, que la gente puede ir (o no ir) a verlas y que a unos les gustará más, a otros menos y a otros, supongo que no les gustará nada. Sin embargo, el segundo es un Director General de Promoción de la Cultura y del Libro, de una Consejería de Cultura que también forma parte de un equipo de gobierno y que ha sido elegido democráticamente. Y llama nazis, a una serie de personas que se manifiestan legítimamente. Por cierto, Hitler también fue elegido democráticamente, ¿verdad? A ver si va a ser verdad lo que decía un tal Charles Bukowsky: “La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en una democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes”.

Decía un novelista y periodista estadounidense llamado John Rodrigo Dos Passos que: “Somos libres, libres como las barcas perdidas en el mar.” Quizá los que piden DEMOCRACIA REAL se han dado cuenta de que, al fin y al cabo (y esto no hay que tomarlo exactamente al pie de la letra) no hay mucha diferencia entre prohibir escupir en el mar (DICTADURA) y dar libertad total para escupir en el mar (DEMOCRACIA). Lo que pasa es que algunos procedimientos que están utilizando no son los más apropiados. Que se lo digan, por ejemplo, a los comerciantes que se han visto perjudicados. Aunque simpatizo en líneas generales con este movimiento, me llama la atención de que algunos pongan en duda la validez de las urnas que, aunque no sea lo más perfecto, es lo mejor que tenemos. Siempre nos han dicho que la Democracia no es la más perfecta de todas las formas de gobierno. Pero por lo menos, es la menos mala. Pero lo que más me llama la atención es lo que escribe el señor Director General del Libro cuando se refiere a la democracia ateniense: “la auténtica, la de pata negra”. Y me llama la atención porque esas palabras parecen guardar un doble sentido. Ni siquiera el mismísimo Platón [el mismo que narró la muerte de Sócrates] compartiría esas mismas palabras, como refleja en su obra: LA REPÚBLICA. Bueno, no es exactamente que no las comparta. Es que ni siquiera considera la democracia ateniense como la mejor forma de gobierno. En todo caso, la democracia ateniense tiene su importancia (a nivel universal, para que nos entendamos) porque es la primera vez que en una fecha tan temprana (S. V a. C) se da esta forma de gobierno. Y eso era algo único en el mundo. De ahí radica su verdadera importancia. Pero no olvidemos que la democracia ateniense (y esto es muy importante) era solamente para una pequeña parte de la ciudad estado de Atenas: solamente para los hombres libres, que eran muy poquitos con respecto al resto de la población. Y la Democracia en los tiempos modernos, poco se parece a aquella democracia. La de hoy es muchísimo mejor que aquella, por supuesto, aunque su origen se remonte a aquella época y a aquel lugar. Con esas palabras anteriores se abren ciertas dudas: ¿No será más bien que algunas personas quieren que volvamos a la democracia “de unos pocos”? ¿O que la democracia ateniense, como no era perfecta, pues tampoco justifica la nuestra? ¿O que la democracia solamente es válida, siempre y cuando a algunos les sea favorable o siempre y cuando les convenga a sus propios intereses? Hoy en día, no todos respetamos las reglas de la democracia. Y siempre solemos escudarnos en otros factores para no respetarlas. Y es que para muchos, cuatro años vienen a ser siempre demasiados. Se trate de González o de Zapatero. Con crisis o sin crisis. Y además, no es lo mismo 40 años de Franquismo (ininterrumpidos) que 32 años de Socialismo (con elecciones democráticas cada 4 años), aunque algunos insinúen lo contrario.

Como te iba diciendo, Hannah, el mero hecho de no querer votar que han manifestado algunos partidarios del 15 - M, creo que es una falta de respeto a todas aquellas personas que se sacrificaron y que dieron su vida para conseguir el sufragio universal y para que todos pudiéramos ejercer esa pequeña pero importantísima responsabilidad. Fíjate lo difícil que es meter una papeleta en un sobre y el sobre en una urna. Mucho más difícil fue conseguir que todos pudiéramos tener y poder ejercer ese derecho. Sin embargo, ahora que lo tenemos, muchos le dan la espalda. Quien no quiera votar a los partidos mayoritarios, puede hacerlo a cualquier otro partido, aunque sea minoritario. Quizá con el tiempo, ese partido minoritario también pueda llegar a convertirse en mayoritario. También se puede votar en blanco. O nulo, aunque sea con un “15 - M” puesto a mano. Pero todo se puede cambiar a través de las instituciones. Todos podemos ir en contra del sistema, utilizando el propio sistema. Si estudiaras Historia de la Música, te darías cuenta de que es algo muy parecido. Para crear un nuevo estilo musical siempre se parte de uno o de varios estilos anteriores, aunque el estilo resultante sea totalmente opuesto. Como si el rock o la música pop no tuvieran nada que ver con la música clásica (o culta). Para romper las reglas, primero tienes que conocerlas. Si no las conoces, no puedes en realidad romperlas. Aunque mucho me temo que quizá no haya una verdadera voluntad de romper ni de cambiar nada. O quizás, como diría Fabrizio Salina en EL GATOPARDO: “Es necesario que todo cambie para que todo siga como está”.

Vaya, ya me ha salido otro rollo macabeo, filisteo o saduceo, como dice tu amigo Eliseo el fariseo. El caso es que siempre que publico alguna de las cartas que te dirijo a ti, siempre hay alguien que se molesta o que se da por aludido. Como te he dicho antes, esto de la Libre Expresión está muy pero que muy bien, excepto para aquellos que no les interesa que digas lo que ellos no quieren oír. ¡Ah, por cierto! Te había dicho antes que Hitler me cae algo simpático, ¿verdad? Pero se me ha olvidado decirte que solamente cuando veo una y otra vez las películas SER O NO SER, EL GRAN DICTADOR y LOS PRODUCTORES. [Pincha aquí: LOS PRODUCTORES.] Al final de estas líneas, puedes ver una escena de esta última, que también es un famosísimo musical. Espero que la disfrutes tanto como la disfruto yo. Un abrazo, Hannah.