CARTA Nº 24

Querida Hannah. Acaba de terminar el programa de entretenimiento que hacían por las tardes en la cuatro. Ya sabes: “Tonterías las Justas”. Me lo he pasado tan bien, que no veas. Bueno, la verdad es que nunca he visto un programa completo. Tampoco es que tuviera mucho tiempo, la verdad. Normalmente siempre me pillaba entre delfines y de vez en cuando me quedaba un rato viéndolo. Pero lo poco que he visto me ha encantado y me ha servido como fuente de inspiración. También me pasó lo mismo con Noche H (del que ya te hablé en la carta nº 2), el cual ejerció una notable influencia sobre mí. Y no lo digo solamente por el artículo que escribí unos años después titulado precisamente ESCUELA SE ESCRIBE SIN H. A partir de ese programa entró en mi vida un concepto nuevo del humor, algo que yo mismo ni siquiera sospechaba, puesto que nunca me lo había tomado tan en serio, jajajajaja. Durante muchísimo tiempo fue lo único que hacía que me olvidara de ciertas cosas que necesitaba olvidar. Y fue entonces cuando descubrí (en persona y por experiencia propia) las propiedades terapéuticas del humor y además, sus posibilidades en las diferentes manifestaciones artísticas. Ni siquiera con los 20 capítulos que escribí de Lucía y el Saxo (2005) fue suficiente para darme cuenta de este enorme potencial. Desde aquel momento comprendí muchísimo mejor la utilización del humor en la música “clásica” o culta, en la ópera y en muchísimas otras circunstancias, musicales y extramusicales.

Pero este otro programa (el de las tonterías) va a ser difícil olvidarlo, además, por otra cuestión. Y es que, en cuanto sonaba la canción que te he puesto al final de estas líneas, enseguida me venía a la mente la idea de una persona. Además, siempre que escucho esta canción en cualquier otra parte, siempre la relaciono inmediatamente con ella. Y en cuanto suenan unos pocos compases, automáticamente ya la tengo presente en mi cabeza. Por supuesto, esto es algo bastante normal. Muchas personas oyen una canción determinada y se acuerdan, no solamente de una persona sino de una situación determinada, de un lugar, del color exacto de un traje o de un vestido, de un olor o un aroma que creían olvidado... de cualquier cosa o de cualquier circunstancia que haya sido un tanto especial en la vida de cada uno y que, por muchos años que hayan pasado, es como si (al oír esa determinada canción) lo estuvieras reviviendo como si fuera ayer mismo. Y por eso mismo también ha sido utilizado y aprovechado como recurso musical y como herramienta artística para relacionar personajes, situaciones, ideas, sentimientos, etc... de tal manera que se utiliza muy a menudo, no solamente en las obras propiamente musicales sino también en la ópera (realmente, su origen está más bien aquí), en el teatro, en la pintura, en la arquitectura, en la literatura, en el cine e incluso, en los dibujos animados y en las series de animación, como la que te comenté en la carta nº 22.

Bueno, no siempre suele ser agradable. Para el protagonista de CASABLANCA, la canción “As time goes by” no le despierta en realidad muy buenos recuerdos. Y en LA NARANJA MECÁNICA de Stanley Kubrick, podemos comprobar como la música de Beethoven (en general) y la canción: “Cantando bajo la lluvia” (en particular) pueden ser utilizadas hasta para torturar psicológicamente a una persona. Pero afortunadamente para mí, el escuchar esta canción de Ethernity es una sensación y una experiencia muy agradable. Y ya se ha convertido, desde hace unos cuantos meses, en leitmotiv de mi propia vida. Por cierto, me gustaría que me enviaras el recopilatorio de “Tonterías las justas 3”. Es que me he enterado que en ese disco aparece la canción. Y ya de paso, me gustaría que me enviaras también el disco estrella vol. 14 de este año.

¡¡Vaya, qué sorpresa!! Oye, Hannah, ¿sabes de qué me estoy acordando ahora mismo? Pues que cuando veía el programa de Florentino Fernández, tampoco podía dejar de pensar en otra persona. Pero en este caso, se trata de otra muy pero que muy distinta. Me refiero a marciano. Porque ya sabes tú muy bien: “para tonterías... las suyas”. Un abrazo, Hannah.