CARTA Nº 109

[…] MAGDALENA: Padre nuestro, que estás en los cielos…
 
TOMILLO: (¡Dame a mi paciencia para estos desvelos!)
 
MAGDALENA: Hágase tu voluntad…
 
TOMILLO: (Si hiciera la mía, ¡qué felicidad!)
 
ROSALÍA: El pan nuestro de cada día dánosle hoy.
 
TOMILLO: (¡Ya lo creo que te lo daría, y no es culpa mía si no te lo doy!
 
ROSALÍA: Perdonamos a nuestros deudores (Hace señas a Tomillo de que Magdalena se duerme)
 
TOMILLO: (¡Esto marcha bien!)
 
ROSALÍA: Mas líbranos del mal…
 
MAGDALENA: (Medio dormida) Amén
 
ROSALÍA: ¡Amén! (Magdalena deja caer el rosario al suelo)
 
TOMILLO: ¡Amén!
 
ROSALÍA: Mira, Tomillo, ya se durmió.
 
TOMILLO: Del primer Padrenuestro nunca salió […]
 


Querida Hannah. Así comienza musicalmente esta obra maestra de nuestro repertorio lírico nacional. La verdad es que es una zarzuela muy poco conocida en comparación con otras tan populares como LA REVOLTOSA, del mismo autor. Pero eso es algo muy habitual en nuestro país: obras musicales que no tienen nada que envidiar a las grandes producciones operísticas del S. XIX y que luego no se conocen prácticamente nada. Ya lo decía hace muchos años Enrique González Semitiel en una entrevista concedida al Diario de La Verdad [Pincha aquí: MURCIA, QUÉ HORTERA ERES - BOLETÍN Nº 17] Solo le faltó decir que aquí conocemos a la bruja avería y poco más.
 
La primera vez que la escuché fue en uno de los programas dedicados a la zarzuela en Radio Nacional. Todavía conservo (al igual que muchas otras) la grabación en cintas de cassette. Concretamente, la versión interpretada por Alfredo Kraus y Teresa Berganza (entre otros), dirigidos por Benito Lauret [Uno de mis maestros; al igual que su sobrino, Gabriel Lauret] Y desde hace muchos años, también dispongo de esa misma grabación pero en un doble CD. Aunque si prefieres escucharla ahora mismo, puedes hacerlo en la Web de RTVE, en su sección A LA CARTA (como puedes comprobar, no soy el único que dispone de una sección similar) [Pincha en los siguientes enlaces: Acto I /// Acto II - III]
 
El diálogo que he incluido al principio pertenece a uno de los fragmentos del Acto I: “Chito, que ya mi madre, da cabezadas” [Pincha aquí: LA BRUJA] Y al final de ese mismo acto hay una escena que es realmente magistral. Cuando Leonardo canta antes de partir hacia Italia a luchar con los Tercios Españoles: “No extrañéis, no, que se escapen suspiros de mi garganta, la jota es alegre o triste según es pa’ quien la canta. No extrañéis, no, que se escapen suspiros de mi garganta. ¡Ay, canto alegre de mi país, tal vez ya nunca te vuelva a oír; pero si acaso no te oigo más, siempre en el alma resonarás! / Como los pájaros cantan las penas de sus amores, así canto yo la jota para aliviar mis dolores. Como los pájaros cantan las penas de sus amores. ¡Ay, canto alegre de mi país…” Es un momento realmente emocionante y maravilloso. Uno de los momentos cumbres de nuestra lírica. Puedes escuchar la escena completa (con el pasacalles incluido) en el vídeo que tienes al final de estas líneas.
 
Y de los personajes, pues hay dos que me han llamado especialmente la atención: el cura y el inquisidor, los cuales parecen sacados de un “blog” demasiado cercano. Creo haberlos visto recientemente por la misma charca por la que paseaba Tomillo antes de que se le apareciese la bruja. Pero no me preguntes a qué hora fue porque ahora mismo no me acuerdo exactamente. Por cierto, es muy significativo el desenlace de esta mágica y bellísima historia: “En furioso torbellino, en revuelo remolino, cabalgando sobre escobas nos arrastra el huracán; en la iglesia nos metemos, el aceite nos bebemos de la lámpara del santo y lo paga el sacristán…” La cosa está muuuu clara [Seguro que el muuuu también me delata, con lo fácil que es imitar la escritura de otros y que otros imiten mi propia escritura] Por mucha vara que meta la iglesia y el Santo Oficio, Blanca de Acevedo (que no es precisamente pariente fraternal de nazarena blanca ni en sus mejores sueños) sale victoriosa y se escapa del convento en el que había sido condenada a internamiento perpetuo. Más o menos como ocurre, año tras año (y los que quedan) con el Tengo para Tutti y demás parientes fraternales. Escobas incluidas. Aunque no salgan volando o cabalgando sobre ellas… Un abrazo, Hannah.