CARTA Nº 104

Querida Hannah. El que está obsesionado realmente es mi perro [Pero por razones muy distintas a las mencionadas por el listillo de turno] Que desde que escuchó esta simpatiquísima canción [Pincha aquí: PINTXO, PINTXO] no puede pensar en ninguna otra cosa. Ni duerme, ni come, ni reza… ni nada de nada. Hasta se ha olvidado totalmente de las funciones de circo que dan un día sí y otro también en los salones de Don Simón & Garfunkel (o algo así).
 
Todo empezó cuando mis tres sobrinos escucharon esta curiosa canción infantil [Pincha aquí: LOS COLORES] [Carta nº 22 * CH - 22 * Pincha en la columna de la derecha] Y se percataron que era la misma la misma (sic2) que la del pincho de tortilla [la de los pekes.com] Enseguida nos pusimos los cuatro a investigar... Y descubrimos que estaba basada en una canción infantil vasca, con letra original en euskera. Luego le preguntamos a Mª Jose [que es de Vitoria] y nos facilitó inmediatamente información. Nos dijo que esa canción se la cantan a los niños en las guarderías. Y entonces nos pusimos a investigar los cinco y dimos (con su valiosísima ayuda) con la traducción al castellano, que más o menos viene a decir lo siguiente: “Pincho, Pincho, es nuestro perro. Pincho, Pincho, es su nombre. Es blanco y negro, no muerde y guiña un ojo cuando quiere jugar. Orejas grandes, cola juguetona, siempre con prisa para salir a la calle...” También encontramos el vídeo por Youtube. Y tal fue la alegría de mis sobrinos que fueron a enseñársela al perro. Y desde entonces no hace otra cosa que escucharla, una y otra vez. Desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde. Y luego desde las 8 de la tarde hasta las 8 de la mañana. Y vuelta a empezar… Hasta tal punto está obsesionado con la dichosa canción, que le ha enviado una solicitud al Presidente de la Agrupación Musical Juvenil Los Pekes para que la graben próximamente en un CD [Pincha aquí: SENTIDO Y SENSIBILIDAD] O al menos, que hagan un videoclip. Más o menos, como el vídeo que tienes al final de estas líneas.
 
Y es que cada cual tiene su particular obsesión. Unos la tienen con la Independencia de ciertas regiones y otros la tienen con el maquillaje de ciertas señoritas. Y mi perro no iba a ser menos que nadie, por supuesto. Acostumbrados a ser siempre el centro de atención, parece que a algunos no les sienta demasiado bien recibir un poquito de su propia medicina [Pincha aquí: EL ENFERMO IMAGINARIO] Seguro que esto también me delata. Ni que fuera yo el único que lee a Molière, jajajaja. Tanto tiempo aguantando las tonterías y las gracias que ellos mismos aplaudían, que ahora ya no pueden tolerar las tonterías y las gracias de las de los demás (aunque los demás, sean también ellos mismos). Así que, si no quieren medicina, que se pidan un pincho de tortilla. A lo mejor les sienta un poquito mejor... Un abrazo, Hannah.