CARTA Nº 117

Querida Hannah. Te escribo desde el Teatro de la Zarzuela, en Madrid. Ahora mismo nos encontramos en el segundo entreacto de la maravillosa ópera de Emilio Arrieta titulada: Marina. Al final hemos tenido suerte y estamos viendo la representación con una visibilidad bastante buena. Y por supuesto, se escucha estupendamente. La verdad es que está siendo un día muy intenso. Incluso nos ha dado tiempo hacer una visita guiada a este mismo teatro. ¡¡Ha sido impresionante!! Y además, toda la presentación ha sido escenificada como si fuera una obra teatral más. Como ya sabes, no es la primera vez que vengo a Madrid a ver una ópera. No hace mucho estuvimos también en el Teatro Real viendo Boris Godunov y en el Auditorio Nacional de Música escuchando a la pianista Yuja Wang. Y a principios de año también estuvimos en Barcelona viendo Rusalka, como ya te comenté hace unos meses.
 
Y antes de que apaguen nuevamente las luces y comience el Acto III con el preludio y el famosísimo brindis: “A beber, a beber y a apurar…” [Pincha aquí: VINO, MUJERES Y CANCIONES] estoy aprovechando un momentito para ver cómo va esa otra “función” que se celebra en el Teatro Circo de enfrente. Precisamente, la ópera que están representando en las últimas semanas se titula: Ajoharina. Y en ella también se suele brindar. Pero con la B - 12. Lástima que el cantante solista acabe siempre vomitando tras cada una de sus actuaciones. Aunque él no pruebe ni gota. Y es que algunos de esos personajes dan para una ópera completa. Por ejemplo: Simon Boccanegra [CH - 38] de Verdi; Lulu (Lilu para los amigos) de Alban Berg; Carmen (todavía no ha hecho su debut pero también está registrada) de Bizet; Incluso la Trilogía (perdón, Tetralogía) de Richard Wagner. Y si nos decidiéramos a recopilar títulos en otros géneros musicales, seguro que acabaríamos escuchando hasta la Sinfonía al Santo Sepulcro de Vivaldi. Que esa obra sí que sería un buen epitafio: D. E. P. Que viene a ser lo mismo que decir: Dónde Está Polonio.
 
Por cierto, uno de los momentos que más me gusta de esta obra es cuando Alberto - el capitán del barco - le entrega la carta a Hannah, digo a Marina, jajajaja. Y con ello se arregla todo el asunto entre Marina y Jorge, sin necesidad de darle con la puerta en las narices a Polonio… digo a Pascual. Ojalá estuvieran aquí algunos de esos esquisitos (sic) críticos musicales. Seguramente la próxima valoración general podrían hacerla mejor con las siguientes palabras: “Desgraciadamente, vimos el espectáculo bajo unas circunstancias desafortunadas. El telón estaba subido”. El telón lila o violeta, claro. Pero no caerá esa breva. Entre una obra de Arrieta y otra de Chirreta (sic) seguro que para ellos no hay ninguna diferencia. Un abrazo, Hannah.